Primero, necesitaríamos tener un entendimiento común de lo que significa amarse a uno mismo, ya que a menudo es más fácil saber lo que no somos o cuáles son nuestras debilidades

Por: Lucy Pérez / Freely Woman

¿Alguna vez has tenido la sensación de no querer mirarte en el espejo porque no te identificas con la imagen que refleja? ¿Sientes que no has tenido tantas oportunidades como otras personas? ¿Crees que siempre habrá personas más hermosas, agradables o simpáticas que tú? ¿Tienes una sensación de baja autoestima dentro de ti?

Nuestras vidas atraviesan diversas etapas y períodos; desde el momento en que comenzamos a crecer, construimos nuestro carácter, autoestima y también absorbemos los valores familiares.

Construimos nuestra identidad de acuerdo con el entorno en el que crecemos. Creamos dentro de nosotros mismos nuestro propio concepto de cómo somos vistos y cómo queremos ser percibidos.

Es entonces cuando comenzamos a reconocer nuestro valor como individuos, lo que nos diferencia de los demás, nuestra apreciación por nuestras propias vidas y el amor propio que adquirimos.

Pero es posible que no siempre nos amemos a nosotros mismos. Recuerdo cuando estaba en la escuela; algunas personas solían poner apodos a diferentes individuos. Hoy en día, eso se consideraría acoso, pero en mi época, a las personas se les daban apodos basados en su apariencia física, y aún hoy, hay muchas personas cuyos nombres no recordamos, pero cuando vienen a la mente, los identificamos por la forma en que se les llamaba basándonos en su apariencia física.

Entonces, ¿qué sucede con el amor propio de esas personas? ¿Y qué pasa con nuestro amor propio? ¿Cuándo te amas a ti mismo? Ciertamente, muchas personas han convertido estas circunstancias en fortalezas y han utilizado estos apodos en su beneficio porque tenían una autoestima bien fundamentada que podía resistir cualquier cosa.

Pero, ¿cómo podemos cultivar nuestro amor propio? Aceptándonos a nosotros mismos, con nuestras virtudes y defectos, abrazándonos en su totalidad. Por supuesto, siempre podemos mejorar, pero no para complacer a los demás o encajar en un grupo, sino porque sabemos quiénes somos y reconocemos nuestra dignidad humana.

El amor propio combina elementos como la autoaceptación, el autorespeto y el autovalor. Implica tener pensamientos positivos acerca de nosotros mismos y cómo nos vemos en varios aspectos de nuestras vidas. Una persona alcanza el amor propio cuando ha encontrado un equilibrio entre sus emociones y su autoestima, lo que conduce a una sensación de bienestar que los hace sentir valorados, respetados y, por lo tanto, mejor preparados para enfrentar los desafíos de la vida.

Si te miras en el espejo y no ves a la persona que quieres ser, entonces debes trabajar en mejorar los aspectos con los que no estás satisfecho, ya sean internos, físicos o emocionales.

Mientras tengamos vida, siempre tendremos la oportunidad de convertirnos en mejores personas y aumentar nuestro valor personal. No importa si los demás lo reconocen o no; lo más importante es amarte a ti mismo y saber que el amor que sientes por tu vida, por ti mismo, te hace sentir realizado y agradecido.

Hoy te propongo que te mires en ese espejo y veas la grandeza de tu ser. Toma una hoja de papel y un bolígrafo y anota todas tus virtudes y cualidades. Descubre cada talento que te hace la maravillosa mujer o el hombre que eres. Nunca vuelvas a pensar que eres feo, torpe o que no encajas. Lo que los demás piensen de ti es su problema; lo que crees acerca de ti mismo es tu responsabilidad.