PARA QUÉ SIRVEN LO APEGOS

Fecha

Aprende a añadir valor a tu vida y deja de vivir a través de filtros

Por Anabel Navarro

Hace no mucho escuché la afirmación “piensa en un objeto material cercano, o en tu celular. Ahora imagina que de repente te lo quiten, se descomponga o se pierda. Si sentiste una especie de ansiedad, dolor de estómago o tristeza, es que tienes un apego a ese objeto”. Cuando me di cuenta de que sentía apego, me avergoncé de mí misma, como alguien que busca la trascendencia, y predica la independencia de pensamiento y vida, puede que siente apego por tantas cosas materiales.

Entonces algo me dijo que no soy la única, que hay todo un mundo allá afuera en la misma situación que yo, sin darse cuenta de que podría estar atrapada en una burbuja de sufrimiento a causa del apego.

Ahora imagina este ejemplo pero con una persona, alguien de tu familia, un amigo, tu pareja. Ya no se siente tan descabellado ¿cierto? Y claro que no lo es, porque somos seres sociales, por mínimo contacto que nos guste o aceptemos tener, en algún momento de nuestro día, o nuestra vida, queremos sentir la compañía, conversar, ser escuchados o simplemente confirmar que no estamos solos.

Pero ¿qué sucede cuando no podemos realmente vivir sin esa persona?  Cuando sentimos ansiedad o temor de perderla, y no permitimos que socialice demasiado con otras personas por ese temor a que escoja a los demás en lugar de ti, o cuando llamamos más de tres veces al dia a ese alguien para saber qué está haciendo, cómo le está yendo y preocupa que no conteste nuestras cinco llamadas previas.

¿Es así como demostramos que nos importa alguien? ¿es así como nos sentimos seguros? por no reconocer que este “apego” en realidad es miedo a estar con uno mismo, miedo al silencio, miedo a ser olvidado o no ser importante para alguien.

¿Y si realmente nos diéramos cuenta que el verdadero valor viene de adentro? ¿Y si le añadimos el valor nosotros mismos, a nuestra medida y satisfacción, a cada cosa que hacemos, cada lugar que pisamos y cada momento del día?

¿Quién nos inculcó o programó con el discurso que para ser alguien de valor el otro debe “aceptarme primero” y si no lo hace, entonces ¿no valgo lo suficiente? Es ahí cuando hay que mejorarse a sí mismo, demostrar que estar contigo vale el esfuerzo. Y se va haciendo una especie de vacío en el interior, porque toda nuestra vida, nuestros intereses se vuelcan al exterior, para llenar allá afuera lo que, naturalmente, comienza por dentro.

Lo interesante no es encontrar al culpable de nuestra infelicidad aparente, sino darnos cuenta y estar dispuestos a reconocer que está en nosotros el cambio para mejorar nuestra bienvivir, por que realmente este síndrome no es nuevo, proviene de generaciones pasadas, que al igual que a nosotros se nos educaron para ver la vida de esta manera, llenando espacios en blanco que ni siquiera son nuestro ni nos corresponde llenar. 

Lo único que hemos estado haciendo es repetir patrones de conducta aceptados por la sociedad, que con el paso de los años se han ido modificando a la cultura de la tecnología, haciéndonos partícipes de un mundo digital donde  la cercanía con el otro se ve mermada por una pantalla de un celular, una tableta o computadora. Seguimos buscando la misma compañía, buscamos permanecer, ser recordados, reconocidos, admirados.La diferencia es que ahora son nuestra “publicaciones” las que hablan por nosotros mostrando una vida ajena, una vida perfecta, una vida de cámara (donde tomamos 10 fotos del desayuno, del café, de la cama, y decidimos después de editarla con filtros cuál es la que luce más exitosa, más deseable). Vivimos a través de filtros, unos no muy buenos. 

Todo esto no quiere decir que este bien o mal, ya que es como nos comunicamos actualmente, es la falta de conexión, la falta de sentido o propósito real en la vida en el día a día lo que nos hace aumentar este vacío interno, al volcarnos a la aceptación del otro, para entonces poder aceptarme a mismo. 

Por eso consumimos objetos, productos, desechamos relaciones, dejamos pasar momentos por enfocarnos en la futilidad de las cosas y hacerlas tan importantes en nuestra vida que si nos las quitan, nuestra existencia se ve amenazada; lo gracioso de todo esto, es que no es una amenaza real, como en la guerra, o en un desastre natural, sino es una amenaza a nuestro ego, esa costa imaginaria que nos guía con la brújula del qué dirán, que es más importante que el cómo puedo contribuir al otro y añadir verdadero valor a mi vida.

Comencemos por preguntarnos (lo importante siempre está en las preguntas correctas)

¿Qué quiero hacer de mi vida? ¿Cómo puedo añadir significado a ella? ¿esto que dejo atrás realmente es de valor para mi, o puedo prescindir de ello? 

¿Esto nuevo que estoy adquiriendo (sea un conocimiento, cosa o situación) realmente me contribuye?

¿Cómo puedo hacer más con menos? 

¿A qué apegos he decidido aferrarme por temor a sentirme solo?

Responde estas preguntas y mándame tus respuestas, estaré encantada de seguir comentando el tema contigo. Puedes hacerlo aquí abajo en los comentarios o envíalas a anabel.navarro.contreras@gmail.com 

Anabel Navarro
anabel.navarro.contreras@gmail.com 

Además de que desarrolla artículos, da ponencias y hace presentaciones del enfoque familiar-sistémico para resolución de problemas.  Es licenciada en Psicología con Maestría en Terapia Familiar Sistémica y su pasión es cuidar y acompañar el proceso de transformación intrapersonal y llevarlo a la práctica tanto personal como profesional. Dirige sesiones individuales personalizadas para alcanzar metas y alcanzar niveles de conciencia hacia sí mismos, la sociedad y organizaciones laborales. Lidera y capacita a grupos de trabajo sobre temas de liderazgo e inteligencia emocional vinculando la mejora continua a nivel profesional.

Te puede
interesar

es_MX