Una Chamba desorbitante o un trabajo que llena tu vida.

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Por: Susanne Blumenstein

Hace dos años sentía que el trabajo era una prisión. Odiaba levantarme en la mañana, esperaba que las horas pasaran para salir del trabajo y el lunes deseaba que ya fuera viernes. Por fuera parecía el trabajo perfecto pues me pagaban muy bien, tenía bastantes periodos de vacaciones y horario flexible. Por dentro luchaba conmigo misma tratando de evitar sentir una desesperación masiva de la cual mi corazón me alertaba cada día y en lugar de eso escuchaba los pensamientos que buscaban convencerme de lo genial que era ese trabajo.

En consecuencia, mi corazón tomó ciertas medidas para que yo le hiciera caso. Comencé con resfriados, dolores de cabeza, después insomnio, hasta que finalmente me abrí para ver qué estaba sucediendo. Renuncié a mi trabajo, viajé para tener diferentes experiencias laborales alrededor del mundo hasta que entendí cómo es que podría sentirme llena por dentro, calmada y satisfecha mientras trabajaba. Estas son las lecciones más valiosas que aprendí:

Ningún trabajo me daría la felicidad, eso estaba en mis manos.
Por mucho tiempo creí que si tenía el trabajo ideal la felicidad vendría automáticamente. Al probar distintos empleos, mi desesperación crecía porque simplemente no me sentía como quería: feliz. Pero, ¿de dónde viene la felicidad? Después de un tiempo me di cuenta que eso resulta de la manera de pensar acerca de algo y no que ese algo me lo daría. Lo que sí pue- do elegir es la perspectiva sobre una situación, es decir, me podría levantar molesta o feliz cada mañana, eso depende de mí.

Ningún trabajo es perfecto, pero puede adaptarse a mis prioridades ¿Entonces puedo tener cualquier empleo solo cambiando mi perspectiva? La respuesta es no, ya que no aceptaría jornadas de 60 horas, o tener el turno nocturno, pero podría aceptar un salario más bajo si me permite liberad creativa y de horario. Antes de irme de viaje mis expectativas eran increíblemente altas. Pedía un trabajo 100% disfrutable y que fuera 100% lo que yo quería. Con el tiempo llegué a la conclusión de que elegir un empleo es muy parecido a decidirse por una pa- reja. Viene el paquete completo que incluye cosas que te gustan mucho y otras que no, pero sigues amando el todo completo que hace único al compañero de tu vida. Solo hay que conocer los retos que estás dispuesto a aceptar y cuáles no. Así que pregúntate no solamente qué tipo de labor quieres realizar, sino, además, con cuales desventajas puedes lidiar. Con esa lista clara fui capaz de encontrar el trabajo perfecto para mí.

La única forma de saber si te gusta ese trabajo es haciéndolo
Mientras integraba esa lista llegó el siguiente reto cuando me di cuenta que no tenía idea de lo que realmente quería y lo que necesitaba. Fue ahí cuando nació el plan de explorar diferentes empleos pues no podía definir qué necesidades tenía sin vivirlas en el trabajo. Me aseguré de elegir empleos con condiciones distintas, como diversos grados de presión, creatividad, en la oficina o fuera, lo cual paso a paso fue aclarando el panorama.
Para encontrar la verdadera satisfacción, la motivación de trabajar debe separarse de la recompensa

De cualquier manera, la pregunta de qué me apasionaba realmente seguía sin respuesta pues me daba cuenta que la motivación principal venía de obtener dinero y reconocimiento, así que me pregunté si seguiría haciendo eso sin recibir ninguna de esas recompensas. Eso me llevó a valorar la consultoría y la escritura, dos labores que me encantan y de las cuales no espero remuneración, sino que las hago por el placer de ver el proceso.
Fue un largo camino el que recorrí desde la desesperación hasta conseguir un trabajo en balance con mi vida y conforme cambiaba de perspectiva me abría a distintos empleos aprendiendo y aceptando que un trabajo viene con ventajas y desventajas. Muchísimas posibilidades se abrieron ante mí y dejaron ver mis pasiones. Creo que el trayecto apenas comienza y me emociona mucho conocer qué es lo que sigue.

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