Educar sin lastimar

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Por: María Valladolid

Los papás tenemos una chambotota permanente. Y no me refiero al trabajo de levantar a los hijos todos los días, darles de desayunar, llevarlos a la escuela, recogerlos, darles de comer, hacer que se bañen y dormirlos ¡que ya de por sí es agotador! Sino a uno más complejo, la chamba personal que radica en analizar y madurar nuestras propias emociones, y básicamente en controlar nuestra ira.

Me encanta seguir a Vidal Schmill, creador de Escuela para padres, porque ofrece salida a los papás de hoy, que aveces tenemos miedo de ponerles límites a los niños porque quizá tuvimos padres demasiado rígidos y tendemos a irnos del otro lado del péndulo, o simplemente no sabemos cómo hacerlo y anteponemos el regaño o el maltrato: lastimamos a nuestros hijos con nuestras palabras, nuestras actitudes o incluso con golpes. Un día escuché de Schmillque“educar no es lastimar; autoridad no significa autoritarismo; violencia, golpes o gritos, eso al contrario, te quita autoridad. Autoridad viene de la raíz augeo que significa ayudar a crecer. Si tú pierdes el control continuamente, pierdes credibilidad con tus hijos”. Tómala. Esas palabras me desarmaron.

Vidal dice que entre más pierdas el control por algo que tu hijo hace, más se va a repetir esa conducta ¡y es terriblemente cierto! Antes, eso me enloquecía, pero ahora me doy cuenta de que cada repetición es una oportunidad de hacerlo bien. Otra vez la pedrada de este hombre: “no vengas a preguntarme qué hago con mi hijo cuando se porta mal. Primero pregúntate y respóndete ¿qué hago con mi reacción incontrolada cada vez que mi hijo se porta mal?”. Observar algunas de mis reacciones me hizo descubrir cosas interesantes sobre mí misma, me di cuenta de que tenía heridas de infancia y cuando por fin logré ir al psicólogo (me costó dos años lograrlo) me di cuenta de que realmente había cosas que yo tenía que poner en su lugar a la par que criaba a mis hijos. Me aseguré de que mis hijos entendieran exactamente qué esperábamos su padre y yo de ellos. Dejamos de decirles cosas ambiguas como “pórtate bien”, optando por frases específicas como “puedes jugar media hora y después te metes a bañar”, y cumplirlo. Si no hace caso, sé firme y claro en tus pa- labras, pero nunca lo insultes o digas que estás harto de él. Nunca hay que violentar la dignidad de un niño. Yo te recomiendo que leas Disciplina inteligente, hay uno para el hogar y otro para la escuela. Parafraseando a alguien por el bien de todos, primero arréglense los padres.

Contacto: bienestar@rezpira.mx

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