Las sensaciones que tenemos grabadas en relación a los alimentos son un proceso emocional, pues al poner algo en la boca, la pisque se conecta con sentir protección y amor, como cuando nos alimentó mamá

Por: Lucía Elizabeth Gómez Ojeda

La psicología aplicada a la nutrición ayuda a entender las emociones para conocer las razones de los patrones alimenticios y permitir cambiar de manera positiva los hábitos positivos. En lo general, a la gente le interesa ponerse en forma para lucir un bikini, un vestido o lucir el cuerpo ideal en un evento especial y lo que nos falta es conocer el ABC emocional para crear una dieta permanente que nos haga felices. 

Aunque hoy hemos dado un salto cuántico gigantesco en la crianza, venimos de una generación de papás que no sabían cómo tratarnos decían “no llores, cálmate” o “no te enojes”. 

Al ser adultos, nos enfrentamos a incomodidades desconocidas. No sabemos si estamos hambrientos, sedientos, enojados o solitarios, pero eso se resuelve fácilmente dentro de la tienda de conveniencia de la esquina. 

Esas emociones desconocidas se calman con un panecillo, una gaseosa, con un cigarro, droga, alcohol, utilizando la tarjeta de crédito, yendo al casino o teniendo relaciones sexuales. No sabemos, pero estas acciones nos dan una satisfacción momentánea y creamos un círculo vicioso. 

Cuando comenzamos a aprender que las emociones están para tener un autocuidado y son lo más maravilloso que tenemos como seres humanos, como el amor y todas las emociones que en general son positivas, comenzamos a comprender.