La vida es mejor con ellos

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Por: Mónica Lepe

Los animales de compañía -perros y gatos- tienen un papel protagónico en la dinámica de los hogares; la consideración hacia ellos y sus cuidados permea en la información que buscamos y recibimos a diario, y reconocemos la importancia de su presencia en nuestras vidas a distintos niveles. Podemos distinguir a partir de nuestra niñez y hasta nuestra edad adulta, ciertos cambios en la forma en que son tratados. Los encontramos en publicaciones  a lo largo de las redes sociales y en las anécdotas que compartimos con amistades y familia.

Compartir la vida diaria con un perro o gato tiene ventajas
Los perros nos estimulan a ejercitarnos dado que necesitan paseos con cierta
periodicidad, lo que propicia una mejor salud para las personas. También resultan
compañeros sinceros, pues ellos no saben mentir: si están felices lo demuestran y si algo
les preocupa o los pone en alerta, también. Por su naturaleza los perros son leales y al
identificarnos como su familia, nos protegerán siempre, sin importar su tamaño. Y tienen
la cualidad de ponernos de buen humor.

Los gatos nos brindan una compañía distinta, mas no distante como suele creerse. El
gato doméstico es un ser social, gusta de la cercanía de su grupo -incluyendo otros gatos,
perros y personas- y se comunica con ellos mediante su maullido; en la vida silvestre el
gato feral en cambio, no dirige el “miau” a las personas o animales de otra especie.

Mientras descansas o cuando ronronean, los gatos nos transmiten tranquilidad, y esto
disminuye el estrés. La convivencia con un gato propicia el desarrollo de tolerancia
inmunológica, esto es, menos alergias y sensibilidades en el futuro. Además, en mi
experiencia personal, la relación con un gato invita a la introspección.

En ambos casos han probado ser agentes positivos para la salud emocional de las
personas, desde el mero acompañamiento físico hasta la incidencia en el aumento de
nuestros niveles de bienestar. También aportan al sentido de responsabilidad, pues
dependen de nuestros cuidados para su alimentación, aseo y salud, el pensar y
ocuparnos de alguien más de manera constante nos recuerda que este mundo es
compartido, nos refuerza la corresponsabilidad y es parte de un crecimiento personal.

Yo no imagino mi vida sin ellos: gatos y perros me han acompañado desde que nací y a lo
largo de momentos buenos y malos, y con ellos he aprendido muchas cosas. A su lado es
imposible sentirme sola. Y mi responsabilidad hacia ellos es una constante y es parte del
sentimiento de familia que quienes vivimos con ellos solemos desarrollar.

Las  personas también hablamos con nuestros animales, confiamos en ellos aunque no
nos puedan comprender de una manera racional. Solemos cambiar el tono de voz al
dirigirnos a nuestros compañeros caninos y felinos, les cantamos y les platicamos cómo
fue nuestro día.

Socialmente hemos modificado algunas costumbres basadas en creencias ahora
desmentidas que consideraban a los animales como “dañinos”: los gatos y perros son
ahora compañeros de crianza de bebés desde antes de su nacimiento, son parte de la
foto familiar del embarazo y para los niños y niñas que crecen con ellos se convierten en
un miembro más de la familia. Hay cambios también en las mudanzas: se busca la
manera de  hacer el proceso de forma menos estresante para los animales, y se consulta
mucho sobre las protecciones que se pueden colocar para evitar escapes en un nuevo
hogar -sobre todo para gatos. En las redes sociales y en las calles es claro el rechazo a
los actos de crueldad y maltrato animal, cada vez se tolera menos esto cuando antes era
“lo normal”.  Y en las relaciones, la actitud ante nuestros animales resulta un factor que
puede determinar aceptar o no a una pareja. Los animales de compañía son alguien y no
“algo”. Y son importantes.

Es innegable que vivir con estos animales nos hace desarrollar lazos. Y a raíz de la
pandemia de COVID19, la importancia de estos lazos se ha reflejado de muchas
maneras. Quienes hicimos cuarentena o no estamos reuniéndonos físicamente con otras
personas, encontramos en nuestros gatos y perros una presencia real, una compañía y un
estímulo a intentar derrotar los temores que ante este nuevo virus, se presentan. En el
caso de las agrupaciones y personas que trabajamos en favor de los animales, como en
todos los ámbitos, hubo mucha incertidumbre al principio, pero ahora vemos que las
publicaciones para adopción se comparten más, que la gente busca incluso un poco más
que antes acompañarse de un perro o gato; también se han incrementado las consultas
sobre opciones de actividades para realizar con ellos en casa, espacios pet friendly, sobre
su salud, campañas de esterilización, entre otras. ¡Y qué decir de la inclusión de nuestros
amigos de 4 patas en las publicaciones de redes sociales! El gato ya gozaba del
reconocimiento de ser el “rey del internet”, pero ahora encontramos gatos y perros
mostrando cómo se usa el cubrebocas, recibiendo nuestras serenatas, explicando las
recetas nuevas que intentamos, haciendo yoga, en fin, acompañando nuestro día a día.
La cultura de la tenencia responsable permea en muchos aspectos de nuestra vida
porque nos importan los animales, tenemos lazos con ellos, los conocemos. Desde esta
cultura se trabaja y difunde mucho la opción de adoptar por sobre la compra, por ejemplo;
también fomenta el compromiso personal informado para que desde el esfuerzo de cada
quien se cambie el destino de los que padecen abandono. Y hablamos de la esterilización
como la forma positiva de actuar contra la sobrepoblación. Todo esto se ha ido reflejando
también en mejoras de las políticas públicas de protección animal. Aunque aún falta
mucho por hacer.

La pausa inesperada que estamos viviendo puede ser una oportunidad  para reflexionar
sobre nuestras acciones y sus consecuencias hacia los animales; sobre todo, una
oportunidad para descubrir en qué podemos mejorar como personas y como parte de un
entorno que es diverso y compartido.

E mail: r.progato@gmail.com
FB: https://www.facebook.com/RedProGato
IG: redprogatogdl

Mónica Lepe
De niña decía que iba a ayudar a “todos los gatos del mundo”. Al crecer se dio cuenta
de que la mejor herramienta de ayuda es la información. Es fundadora de Red Pro
Gato, grupo que nació en 2006 con la consigna de difundir una imagen positiva de los
felinos y derribar mitos, así como dar información que ayude a mejorar la vida de los
animales, tanto domésticos como silvestres. Es integrante fundadora en Justicia y
Dignidad Animal AC, (2014)  donde realizan propuestas contra la explotación animal,
estrategias de intervención con autoridades y organismos públicos locales y
nacionales, así como orientación y  denuncia. Hace voluntariado para distintas
agrupaciones de protección y defensa animal y su formación en letras y fotografía,  se
han convertido en herramientas que apoyan su labor a favor de los animales.

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