Si para el ciudadano común la economía deja de ser un tabú, esta cuarentena podría haber incubado el cambio social de la vida que tanto hemos anhelado

Por: Arllete Solano

A las personas de a pie les incomodaba hablar de finanzas porque encontraban terrorífico mirar los estados de cuenta, afrontar las deudas, calcular los ingresos, planear los gastos o simplemente parecer pobres. Preferían hacer decretos de riqueza, rituales para atraer la abundancia, pedir a las estrellas la prosperidad total o simplemente aparentar lo que no tenían.

Pero la cuarentena abrió la puerta a lo más temido, evidenció las carencias y levantó el tapete donde escondían sus pecados financieros. Al mismo tiempo creó un nuevo ánimo para experimentar con los talentos y capacidades, con la tecnología, los verdaderos deseos del corazón y además develó una nueva perspectiva frente al consumismo.

Si bien esto de la vida se trata de que cada persona genere dinero para gastarlo, invertirlo o ahorrarlo, la economía mundial dio ese salto que había sido previsto con mayor fuerza desde apenas unos pocos años por la comunidad mundial que pujaba por la liberación de los sistemas de poder e infundir una mentalidad comunitaria.

La teóloga y doctora licenciada en España y Estados Unidos, Teresa Forcades, que causó revuelo en 2009 por sus postulados revolucionarios en los que señalaban la alianza de intereses políticos y económicos detrás de la industria farmacéutica, aseguró hace 7 años en su famosa ponencia titulada El Nuevo Orden que “el trabajo no solo es ganar dinero, sino algo indisociable de la dignidad humana”.

Esto coincidió con lo que se postuló recientemente en el Foro Mundial de Nueva Economía e Innovación Social con La carta de Málaga, firmada en España durante la primavera de 2017. Ahí los principales representantes internacionales de los llamados Nuevos Movimientos Económicos (NEMs) manifestaron que la gran ambición del mundo era co-crear una nueva economía basada en los derechos humanos, capaz de preservar la armonía entre las personas y el planeta, además de redistribuir los recursos existentes y proporcionar tanto trabajo decente como acceso justo al ocio.

Para ese tiempo, la aspiración estaba plasmada en su lema “Hoy soñamos y nos comprometemos a co-crear un mundo mejor”, mientras que Arrate Arin Tapia, responsable del área de Modelos socio-económicos de la agencia innovadora Eusko Ikaskuntza publicaba ese mismo año el compendio Nuevas economías transformadoras, en el que explicó detalladamente en qué consiste la economía social y solidaria, su aportación y valores.

En 2015, el Vaticano consideró que Forcades, siendo una monja benedictina, no debería meterse en asuntos políticos y un año más tarde el gobierno israelí prohibió la entrada a la religiosa y activista ya que suponía “un peligro para la seguridad del país”.

Y es que en octubre de 2009, la estudiosa con doctorado en Salud Pública por la Universidad de Barcelona, Medicina Interna en la Universidad Estatal de Nueva York y máster en teología protestante en la Universidad de Harvard, publicó un vídeo titulado “Campanas por la gripe A” en el que denunciaba la gestión de la pandemia de gripe A, criticando a la Organización Mundial de la Salud (OMS), poniendo en duda la necesidad de la vacuna que sería distribuida masivamente y la honestidad, tanto de los laboratorios farmacéuticos que la fabricaron como de los científicos que avalaron su seguridad.

Probablemente estas premisas parecían estar a una galaxia de distancia, sin embargo, cuando entramos en el confinamiento mundial debido a un nuevo contagio viral, resurgen los cuestionamientos sobre la convivencia del poder político y económico vinculado a la salud, pero esta vez nos agarró más despiertos.

Para el ingeniero mecánico y electrónico Fernando Santillán, un ciudadano norteamericano con raíces mexicanas y domicilio en Connecticut que se ha matriculado en estudios sobre economía por motivos de superación personal para encontrar la tranquilidad al sanear sus finanzas personales.

El estudioso de la economía, ve las finanzas como una filosofía y para explicarlo mejor las compara con la forma de alimentación. “Muchos terminan de comer hasta que se acaba el plato, aunque estén llenos, siguen comiendo. En dinero, igualmente gastan lo que tienen en la cuenta hasta que no quede ni un centavo. Comer engorda y la gordura no se oculta, en cambio la economía se disimula con autos o bienes que aparenten una riqueza que no existe. Somos buenos para ocultar la pobreza” comenta Santillán.

También explica que los norteamericanos pasaron por la dura lección de ahogarse en deudas con tal de mostrar una vida de lujos ficticios que los hicieran parecer ricos. “Como nuestro vecino, fuimos un país líder en obesidad, en deudas y en índice de pobreza de países primermundistas. Pero eso va cambiando” dice.

Con esta experiencia, dice que “lo interesante es conocer las distintas caras del consumismo, pues ahí radica el poder de las finanzas personales ya que es lo mismo abarrotar las tiendas para hacer compras desesperadas físicamente o hacerlo por internet y recibir los artículos en casa. Ese es el shift, llamado contracapitalismo, pero es un consumismo electrónico, es la misma changa pero con diferente vestido”.

Santillán asegura que el éxito financiero radica en las acciones personales, por eso recomienda “cuidar el dinero, controlando las finanzas personales lo cual no es imposible. Aunque sea más fácil ir al supermercado enorme donde encuentras todo reunido en un solo lugar y los padres de familia encuentren complicado surtir la despensa yendo a distintas tienditas, hay que recordar que nuestras abuelas tuvieron muchos hijos y no había costco”.

Y es que detrás del surtido que nos seduce para hacer compras que descontrolan el monedero y por ende nuestra vida, hay un sistema de manufacturación voraz que exprime a las personas impiadosamente. En su crítica al antiguo orden mundial, Forcades expone que “en el capitalismo es válido ganar mil euros con el trabajo de una persona a la que se le paga un solo euro por ello. Al contrario, está bien visto, incluso, (si el empresario) pudiera ganar dos mil euros y pagarle solo medio euro, sería mejor. No hay nada que a eso lo penalice ya que ese es el planeamiento. La explotación es la base de los convenios laborales, es indigno. El hecho de hacer una mercancía de la capacidad de trabajo”.

El área de especialidad de Forcades ha sido la industria farmacéutica, por ello sabe que es la segunda economía más importante en el mundo, solo por detrás de la industria de las armas y la petroquímica, lo cual la religiosa intelectual considera un ejemplo paradigmático del funcionamiento de las multinacionales.

Recuerda que “tras la caída del muro de Berlín, en 1994 se constituyó la Organización Mundial del Comercio (OMC) que derivó en un sistema neoliberal, capitalista, salvaje que supuestamente regula el comercio global” y recapitula también que fue en 1947 cuando surgió la Organización Mundial de la Salud como una iniciativa sustentada por los países que harían aportaciones voluntarias pero que para 2013 estaría financiada más del 50 % entre las fundaciones de Bill & Melinda Gates, Coca Cola y Nestlé.

“Los países han ido entrando en problemas económicos y han entrado grandes compañías. Eso es la realidad, y ahí tenemos la convivencia de una agencia internacional que debería velar por el bienestar de la población mundial y que se ha influido en la comercialización de vacunas como la del papiloma contra el cáncer, sin informar adecuadamente y abusando de la noción de libertad”, habla con puntualidad Forcades para una audiencia de millón y medio de viewers.

Frente a una severa deuda, con más de seis mil medianas empresas despedazadas en EU, una pérdida en la bolsa internacional que se multiplicó por diez dejando más de 30 millones de personas sin empleo en EU, y en México, hasta abril de este año se habían perdido 350 mil empleos formales, según el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) y se esperaba llegar a un millón y medio de desempleados, el salvavidas llega de la mano de una armonía entre las decisiones de consumo que realicemos de manera individual y la conciencia renovada de los empresarios que persiguen el bien común y no el enriquecimiento a costa de los derechos humanos.

Por su parte, León Refreyer, empresario mexicano líder de la cadena La Borra del Café, auguró en los primeros meses de la cuarentena: “las empresas van a cambiar, habrá una adaptación al sentimiento de las personas, habrá un gran entendimiento. Vamos a comprender que las economías en comunidad serán el sustento que se replique a nivel nacional e internacional”.

Esto provino de la campaña Aquí nadie truena que encabezó el gremio de la industria alimenticia y que puso de manifiesto la transformación en la mentalidad de los empresarios que “vieron la necesidad de ser comunitarios y ser solidarios, al entender que la comunidad es lo importante, que el bienestar de los demás es el suyo propio. El consumidor va a entender que lo importante de la aportación a la comunidad es la clave del progreso”, dijo el mercadólogo para Rezpira.

Santillán, experto también en nanotecnología y testigo, como muchos ciudadanos del mundo, de la reconfiguración de la corporación para la que labora, está convencido de que las nuevas mentalidades radican en consumir menos. “Esto se basa en conceptos de austeridad, que simplemente consiste en que cuando compres algo, lo necesites, que sea de buena calidad, que dure muchos inviernos, incluso la pieza pueda heredarse y que te guste, obviamente. Hay que perder el miedo a traer la misma ropa, a mantener el mismo auto, dejar de comprar mucho y barato para comprar poco y de buena calidad”.

El presente está hecho de empresas comprometidas con el bien común, así también con las elecciones consientes e inteligentes de los consumidores a través de sistemas económicos que van desde intercambios, pagos electrónicos y la utilización de monedas digitales, incluso dinero propio de una comunidad. La pausa mundial ayudó para revalorar el trabajo para hacernos ver alternativas de una vida de armonía entre humanos con su entorno, su espíritu y su planeta, en lugar de seguir ahogando a la humanidad en un consumismo voraz que aplasta la existencia humana.

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