NIÑOS CON LÍMITES, SOCIEDADES MÁS ARMONIOSAS

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Considerar los límites en la formación de los niños es tan importante como desarrollar en ellos la libertad y la independencia

Por: Tessie Solinís Casparius

Niños o niñas, a partir de su primer año de vida, dependen de sus padres para modelar las conductas sociales que permiten el entendimiento del entorno y su relación con los demás, conocerlos es fundamental para su desarrollo, pero más importante: para su supervivencia. Pensemos en un infante que está aprendiendo a caminar, a trepar y a entender el mundo que le rodea a través de sus sentidos.
Las y los pequeños constantemente exploran, llevándose las cosas a la boca o metiendo sus dedos en cualquier sitio. Los padres y adultos que le rodean le señalan con un firme NO cuando una acción es indebida, y poco a poco el niño o niña identifica qué acciones no debe realizar.

Pero ¿qué pasa más adelante cuando al parecer no respetan los límites? El problema no son los niños y niñas, el problema somos sus padres, que cada vez vamos cediendo con una disciplina laxa porque nos cuesta asumir una postura que probablemente implica mayor trabajo y dedicación. Un niño o niña que pide algo y se le niega, buscará obtenerlo con palabras o berrinches. A veces los padres, ante la insistencia, ceden comprando el objeto para evitar la discusión y la confrontación. Esta pequeña acción tiene una importante repercusión en la formación del pequeño, pues estamos enseñando (y muchas veces sin una explicación) que los límites pueden transgredirse.

Si bien es cierto que hay ocasiones en donde se puede ceder, en la mayoría de los casos los niños están tratando de identificar hasta dónde es posible llegar para obtener algo. Esto no es malicia en los niños, es conocimiento de sus propios límites. Los adultos, al permitir una y otra vez que los niños consigan lo que quieran, les estamos haciendo un daño tremendo, pues pasar sobre un NO les enseña que las reglas pueden romperse al costo que sea.

Cada vez es más común ver mujeres y hombres que no respetan los reglamentos, son déspotas y agresivos. Algunos creen que lo merecen todo, esto le enseñan a las y los niños, es verdaderamente preocupante. Escenas en donde niños y niñas de preescolar insultan o golpean a sus padres, corren y gritan en lugares cerrados y dañan el espacio público son cada vez más frecuentes. Da miedo imaginar qué país estamos construyendo para las futuras generaciones en donde aquellas personas que obedecen las leyes, las que son prudentes y consideradas con el bien común, son las que actúan “raro”.

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