Si te pidieran que midieras tu felicidad ¿qué calificación le pondrías? Y ¿crees que dependería de tus condiciones de vida o de tu relación con los demás? Estas cuestiones han sido evaluadas durante seis años por el Observatorio Ciudadano Jalisco Cómo Vamos y las respuestas reflejan un nivel de felicidad bastante alto entre la población encuestada en el Área Metropolitana de Guadalajara, con indicadores de calidad de vida y satisfacción también elevados. Además, el trabajo deja ver una fórmula que podría hacernos aún más felices.   

Augusto Chacón Benavides, reconocido analista y director ejecutivo de dicha organización, asegura que las encuestas permiten entender que “la felicidad es una decisión, una opción que se manifiesta de manera independiente a las situaciones externas como empleo, economía, seguridad o bienestar. Por eso cuando un padre, aquejado de múltiples problemas, besa a su bebé puede experimentar una perfecta y legítima felicidad”, aunque, destaca que las razones que cada persona afirma que es feliz son muy diversas, y no se preguntan en la encuesta. 

Así, los números constatan que las relaciones personales son lo más importante; sin embargo, todo lo demás, incluidas las banquetas, deben ser consideradas para estimular o facilitar las relaciones con nuestros cercanos, pero también con quienes nos son, aparentemente ajenos, como los vecinos. “Por las banquetas corre la savia (nosotros mismos) que nos hace una sociedad, ahí te encuentras al otro, a la otra, la saludas, la miras a los ojos y se crea una comunidad”, explica Chacón. 

PROMEDIOS DE FELICIDAD

CALIDAD DE VIDA Y SATISFACCIÓN EN EL AMG

Calificación promedio 1 a 5 según tres indicadores

Aunado a un indicador alto en el nivel de satisfacción, el académico resalta que 64%, es decir poco más de 6 de cada 10 personas encuestadas, aseguran que su vida se ha desarrollado en buena medida como ellos y ellas han querido. “Eso nos habla de gente asertiva que se fija metas y las cumple, cosa que no luce nada mal; no obstante, este dato nos hace preguntar, entonces: ¿por qué están las cosas tan mal? Eso se debe a que no pensamos en comunidad, porque sólo nuestro bienestar personal cuenta y lo que le suceda a otro nos tiene sin cuidado”. Por eso, explica que estos instrumentos de medición, además de que valoran la satisfacción, el bienestar y la felicidad, lo cual en cierta medida implica saber sobre los elementos económicos, morales y políticos que la gente tiene a su disposición para ir viviendo, lo que buscan es que la población adquiera una postura crítica respecto a su propia estancia en comunidad y hacia los gobiernos, y hacer que este cumpla su trabajo actuando en beneficio de la colectividad. 

En años recientes, estos indicadores subjetivos han venido incorporándose a los valores tradicionales de los que se valen los gobiernos para evaluar el estado que guarda la sociedad a la que rigen. 

Por ejemplo, lo que consideran los estudios para medir el producto interno bruto (PIB), la productividad de las empresas o el dinero que circula, son elementos cuyo buen desempeño no necesariamente está vinculado con la felicidad, el bienestar o la satisfacción. 

“Durante mucho tiempo se realizó de esta manera, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial y hasta finales de la década de los años sesenta del siglo pasado, la medición del PIB que daba cuenta de cómo iba el mundo, o eso creían los gobernantes. El crecimiento económico fue muy amplio; sin embargo, el malestar de muchos grupos en sociedades del primer mundo, Canadá, Estados Unidos, Inglaterra, no correspondía con la bonanza económica; de ahí, algunos estudiosos concluyeron que esos datos no están dando cuenta de lo importante que es la felicidad, la calidad de vida y lo que sentimos por distintos factores de lo que llamamos la vida”, explica el también columnista. 

COMPARATIVA ENTRE HOMBRES Y MUJERES

Calificación promedio 1 a 5

Concluye que de 2011 a 2018 “la felicidad bajó por ser una ciudad insegura, injusta, una comunidad que reparte mal la riqueza, que pone al margen a grupos sociales. En el AMG logramos lo que parecía difícil, que nos sintiéramos un poquito menos felices. Hay que involucrarnos en nuestra comunidad. Está bien empezar por uno, pero no está bien desentenderse de los demás. Seamos todos el experimento para lograr ser más felices”.